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Los amantes del vino ya tienen un tesoro en las profundidades. La idea de colocar una bodega en el fondo del mar es de la empresa vasca, Bajo el Agua Factory, su bodega se encuentra
en la Bahía de Plentzia, en la provincia de Vizcaya en España, a unos 15 metros de profundidad.

Allí se encuentra el primer laboratorio enológico submarino del mundo, con unas diez mil botellas de vino envejecido al cuidado de las corrientes submarinas del Cantábrico.
Superando lo que cualquiera de nosotros pudiese llegar a imaginar, se está transformando en una moda el hecho de añejar las botellas de vino en el fondo del mar.
Esta idea de conservar y añejar botellas en el fondo del mar, proviene de los hallazgos realizados en los distintos descubrimientos de embarcaciones hundidas alrededor
del mundo hace cientos e incluso miles de años, dentro de las cuales se encontraban botellas o ánforas repletas de vino.

Jacques Cousteau halló, junto con su equipo, un navío en el lecho del mar en las costas de Marsella, donde se encontraron más de mil ánforas con vino de la época romana,
que soportaron el paso de aproximadamente 2.000 años
Y para sorpresa de todos, cuando los probaron, los vinos estaban "bebibles".

 
En un rincón privilegiado de la Costa Brava, el mar esconde nada menos que 400 botellas de vino, resguardadas en diez cofres de madera como en la antiguedad, con su correspondiente candado. Un vino que está completando su proceso de maduración bajo las aguas y que brinda, además, a los amantes del buceo una experiencia única: descender a
las profundidades, abrir el cofre y extraer el preciado tesoro para degustarlo en la superficie.


Esta iniciativa de añejar y conservar el vino en las profundidades tiene su origen en Chile, donde la bodega Viña Casanueva  madura su vino embotellado en el fondo del Pacífico (a 20 metros de profundidad) durante un periodo de un año para el tinto y de seis meses para el blanco.
El resultado sorprendió a los expertos: un excelente caldo al que llamaron Cavas Submarinas, con unas características peculiares: un mayor nivel carbónico y un interesante
toque marino. 
Con la ayuda de un equipo de biólogos y enólogos, se analiza la evolución continua de los caldos, almacenados en módulos de envejecimiento controlado, y se realizan catas en las
que se han obtenido importantes conclusiones.

El mar tiene unas condiciones claramente distintas, de profundidad, presión, temperatura y luminosidad que hace que los vinos sean muy agradables de beber y muy sedosos.

 
Las distintas bodegas alrededor del mundo dejan sus vinos por períodos que van desde 6 hasta 18 meses, acorde al resultado buscado y al tipo de vino.
Finalmente, y para completar la experiencia, se organizan expediciones de buceo para que cada comprador o turista enológico, retire del fondo su propia botella, entre corales y peces, la
cual él mismo disfrutará en tierra firme. Inclusive, en algunos casos, previamente se acomodan las botellas en unas especies de cofres, y se hace la búsqueda del tesoro.


Es en suma, sin dudas, un innovador sistema de crianza de los vinos en botella, al cual cada vez se van agregando más bodegas y empresas relacionadas.
Como ejemplos de aquellos emprendedores que están enviando sus botellas a las profundidades del Pacífico, Atlántico, Mediterráneo y Cantábrico, podemos citar a las siguientes bodegas:
Viña Casanueva (Chile), Mira Winery (Estados Unidos), Bisson Vini (Italia), Chateau Larrivet-Haut-Brion (Francia), Bodegas Luis Pérez (España), Bodegas y Viñedos Raúl Pérez (España),
y la empresa de piscicultura Tempus Mare, que creó el primer espumante fermentado en el suelo submarino llamado Maryamm, en honor al nombre de la diosa del mar en la mitología fenicia
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